Siempre me hubiese gustado escribir sobre princesas, caballeros con
armaduras, dragones, hadas y árboles con vida, pero en algún momento me di
cuenta, que no era lo mío, de hecho, me di cuenta, cuando noté que nunca había
siquiera, intentado escribir algo sobre eso.
Hoy, voy a contar una historia mas o menos parecida, pero en la era
moderna, año 2010 para ser mas exactos.
Cuenta la historia de Cristian, un chico no tan chico, de unos 22 años,
en plena etapa madurativa. Un pibe ligeramente culto, con una obsesión
irremediablemente gigante por los juguetes, para ir bien al punto, los
muñequitos, de cualquier serie, dibujo o película eran su fanatismo, el único
requisito que debían cumplir, era que tenían que ser articulados, de ahí en
mas, hasta Ken entraba en su colección. Cristian se sentía distinto a todos,
sabía que era el “Raro”, que todo el mundo lo miraba de esa manera, y eso fue
lo que hizo de el, al chico introvertido que es hoy. El padre, era embajador de
un país de habla hispana aquí en Argentina, el y su familia, habían llegado al país
hace unos 9 años, y el compromiso y la profesionalidad que el Sr. Embajador
tenia para con su país, hacia que ni se acercara a su casa. Su mujer, vivía día
a día en reuniones sociales en clubes de golf de zonas residenciales, y llegaba
a la casa pasada la hora de la cena y con un par de copas de mas, tomaba pastillas y se dormía hasta que una de
las sirvientas la despertaba cerca del mediodía para empezar nuevamente con su
rutina diaria. La posición económica de
sus padres, y la soledad que ellos mismos le generaban, le deban a Cristian, la posibilidad de
encerrarse en su cuarto por largos días,
sin siquiera pisar una vez la vereda de su casa, como una princesa, encerrada
en la torre del castillo, pero por decisión propia, bueno, no tan propia. Sus padres, lo abastecían económicamente para
que el pudiera complacer sus caprichos materiales, esos que el mismo se
encargaba de comprar vía Internet desde su habitación, y tres sirvientas, eran
las que tenia a su disposición para abastecer todas sus necesidades básicas
como la limpieza de su habitación, la comida, meriendas, desayunos.
Cristian, vendría a hacer en este cuento de roles cambiados, una
especie de princesa abandonada, con dragones custodiando su libertad como lo
eran sus propios miedos y frustraciones. Como no podía ser de otra manera, en
la historia, hay un caballero, que lejos esta de el, el estereotipo de
caballero antiguo, con una gran espada, armaduras de hierros inviolables y
fuertes músculos que acompañen la descripción de su fisonomía, este caballero,
era ni más, ni menos, que una simple chica de veintidós años, hija de otro
funcionario diplomático de algún otro país de habla hispana que residía en la Argentina y que conocía
a Cristian por haber hecho el secundario juntos en esos colegios cuyos nombres
comienzan con “Saint” y terminan con “High School”.
Ella era la antitesis de Cristian, era una chica muy dada socialmente,
muy abierta a nuevas experiencias, le encantaba correr riesgos y salir de su
casa, no tenia grandes fanatismos, no se casaba con ningún estilo musical y le
encantaban las ferias de artesanos como la del “Paseo Defensa” en el barrio de
San Telmo. Sus padres, a pesar de sus
respectivos trabajos, eran personas muy presentes en su vida, que la acompañaban
en cada paso importante que daba en ella y tenía una sola sirvienta, que
trabajaba con ellos desde su llegada al país hacia ya 16 años.
Nunca más se habían visto desde aquel quince de diciembre del año dos
mil cinco, día en el que juntos subieron al escenario de la sala de actos del
colegio a recibir su diploma de egresados que era entregado por la profesora de
Frances.
Su relación en el colegio era rara,
el de vez en cuando se reía de las ocurrencias de ella, o le hablaba si la ocasión
lo ameritaba, pero mucho no se le animaba, el era muy vergonzoso y no sabia ni
si quiera como preguntarle la hora sin que ella se ria de el. Ella varias veces intento acercarse,
evidentemente, Cristian era su tipo, pero el joven e ingenuo Cristian, nunca supo
darse cuenta de nada, mucho menos cuando una chica intentaba algo con el.
Eran las diez de una noche lluviosa de invierno, afuera estaba frío y
las gotas sobre el balcón de la habitación, interrumpían el silencio que
Cristian había conseguido gracias al “día libre” de las sirvientas y a la
fiesta de gala que se daba en la embajada. Jugaba a los muñecos, en esos
momentos, estaba caracterizando con ellos, una guerra entre los de “M.A.S.K” y
los “GI GOE” 1º generación, alguna vez había soñado con ese enfrentamiento y al
despertar, se pregunto quien ganaría tan terrible batalla. Gotas de lluvia,
silencio y onomatopeyas propias de una guerra despiadada, era lo único que se
escuchaba en esa habitación, la música apagada, los perros escondidos y las
ventanas bien cerradas ayudaban a generar este clima, a no ser por una sola
cosa que Cristian jamás tuvo en cuenta, cuando el “Capitán Fox” estaba a punto
de matar al ultimo soldado del ejercito M.A.S.K un sonido interrumpió la
ejecución, fue un sonido repentino, lleno de sorpresa y muy agudo, a tal punto,
que provoco la exaltación de Cristian, que hizo que el soldado de M.A.S.K
cayera y asesinara el “Capitán Fox”. Cristian,
no podía creer lo que le estaba pasando, estaba llevando esta batalla hacia
donde el quería y se frustro por tan repentino sonido. Se puso de pié, abrió la
puerta de su cuarto y bajo en pies descalzos en busca de la cámara del portero
eléctrico, necesitaba saber quien era la persona que había interrumpido su
juego. Cuando miró la pantalla, no podía ver bien, algunas gotas habían caído
sobre la cámara exterior de la casa e imposibilitaban la vista, solo podía
dilucidar que era una mujer, por su larga cabellera y un cartera que le colgaba
de su hombro derecho, parecía impaciente, miraba la hora a cada rato hasta que
sintió otra vez el timbre sonar, Cristian levanto el tubo, dudando, mucho, de
lo que estaba haciendo y pregunto quien era, la lluvia, imposibilitaba también
que escuchara bien lo que la visitante le decía, así que levantando la voz, le
pidió que hablara un poco mas fuerte, del otro lado, obtuvo un grito casi
ensordecedor, que lo dejo perplejo. Cristian miró para todos lados.
Desesperación, esa es la palabra, la que describía mejor que ninguna otra lo
que a el le estaba sucediendo en ese momento, estaba como flotando, se
encontraba solo en su casa, con un silencio abrumador y una visita inesperada.
Fue corriendo hasta su habitación para ponerse algo en los pies, bajo, casi podría
decirse, en una sola zancada y se acerco a la puerta de entrada, giro la llave
dos veces, quito la traba de arriba, Lugo la de abajo y abrió la puerta, se
quedo mudo, nuevamente, su mente estaba en un estado de regresión total,
pensando o recordando aquellos pequeños momentos que había podido compartir con
ella en la escuela, las idas y vueltas, sus ocurrencias, el día que subieron
juntos al escenario a recibir el diploma y también pensó que desde aquel día no
volvieron a verse, entones el interrogante se apodero de el ¿Qué haría ella en
su casa aquella noche de invierno lluviosa después de tanto tiempo sin verse?
Apenas segundos le
llevaron a Cristian pensar todo esto, cuando volvió en si, volvió quizá con más
dudas que certezas, y era lógico, aquella chica extrovertida del colegio que le
había quitado horas de sueño en algún momento, se estaba haciendo presente en
un momento de soledad absoluta.
- ¿Que haces? – Pregunto Cristian.
- Acá ando - Dijo ella – La verdad es que ni se, que es lo que hago
acá, pero estoy…
- Pero… ¿Qué onda, sola… lluvia… noche… años sin vernos, no me vas a
explicar, viniste así por que si? – Interrogo Cristian más confundido aún.
- si, que se yo… igual, te pregunto ¿El interrogatorio me lo vas a
hacer acá afuera, no me vas a hacer pasar? – Como era costumbre en ella, era
quien se encargaba de romper el hielo.
- Si claro, pasá… - Respondió Cristian atolondrado.
La casa estaba vacía, solo la oscuridad alumbraba los pasos de ella,
Cristian conocía el lugar de memoria así que apuro un poco el tranco para
llegar a la llave de luz, cuando la encendió, ella ya estaba sacándose su
piloto negro, el enseguida se acerco, lo tomo y lo llevo hacia el perchero que
estaba detrás de la puerta de entrada.
-
¿Estás solo? -
Pregunto ella.
-
Si claro… mis
viejos están en una fiesta y a la gente que trabaja acá les dimos el día libre.
-
Ah, mira… y ¿vos
que cantas? – Dijo mientras se sentaba en el sillón
-
¿Yo? Nada, acá…
que se yo, se supone que me gusta lo que vivo, pero a veces pienso un poco y
capaz, no es tan así… mi vida no cambio mucho, bah, si cambio, antes me encerraba
en mi cuarto, bajaba a comer, volvía al cuarto, dormía y al otro día iba al
colegio, ahora hago exactamente lo mismo, pero sin ir al colegio…
-
O sea… ¿Estas
todo el día encerrado? – pregunto sorprendida.
-
Si, bueno… no se…
encerrado, soy un tipo de mi casa, no salgo, no tengo amigos, no me gustan los
deportes, no estudio, mis viejos me mantienen, en algún momento pienso en
volver a estudiar pero relacionarme con gente ya me tira un poco para atrás… pero
para, vos no tendrías que preguntarme por mi, esto no es normal, la situación
no es normal… explicame vos, ¿Qué haces acá?
Ella se tomó unos segundos, suspiró fuertemente y comenzó su
explicación con una pregunta:
-
¿Yo quien soy
para vos?
-
¿Cómo, no
entiendo…? Respondió Cristian sorprendido
-
Si… que quien soy
yo para vos… eso… - Dijo afirmando su pregunta
-
Sos una vieja
amiga, creo que así podría llamarse, el tema es que hace cinco años que ni nos
vemos, de ahí mi incertidumbre, ¿creo que es lógico no?
-
Mm...… si, puede
ser, y vos, ¿como sabes eso…?
-
Uh… ¿eso que?, le
estas poniendo mucho misterio a este asunto y no me gusta nada, ¿no podes
hablar de una vez? – Pregunto el perdiendo un poco su paciencia.
-
Eso… que hace
cinco años que no nos vemos, ¿Cómo sabes? – Pregunto desafiante.
-
Y… por que es mi
vida, y yo la vivo desde hace veintidós años, y mas o menos, hace diecisiete que se lo que vivo día a día,
y por eso, se que hace cinco años que no te veo.
-
Bueno, se ve que
no entendés, ¿Y si yo te dijera que nunca, escuchame bien, nunca yo deje de
verte a vos…?
-
Te diría que
estas loca…
-
¿Sabes quien soy
yo? – Pregunto ella nuevamente
-
Uh… basta! Esto
me esta cansando y en algún punto, asustando. Pará, fuimos compañeros en el
colegio durante cinco años, y después no te vi más…! – Dijo Cristian casi
gritando.
-
No te sirve de
nada ponerte así – Aconsejó ella – Yo estuve con vos siempre, a veces iba, a
veces venia, pero siempre estuve a tu lado, estuve en el parto, en el que vos naciste, la vi a
tu madre sufrir por vos en algún momento, después se le pasó, estuve en tu
etapa de bebe, en el jardín, en la primaria, en la secundaria y hasta ayer
estuvimos juntos. Siempre fui alguien diferente, por eso pasaba desapercibida,
pero siempre estuve…
Cristian se paro asustado del sillón, dio un paso hacia atrás y tropezó
con el pie de una lámpara que había al lado del mueble, se lo veía pálido como
sin entender lo que estaba viviendo. Le grito que se fuera, que no quería saber
mas nada de su vida y que lo dejara en paz.
-
Es imposible que
me pidas eso, a veces las personas, no entienden la vida, y se asustan cuando
me ven, piensan que yo soy mala, y que vengo a buscarlos por que se me da la
gana, pero la vida, es tan sencilla como un video juego, solo hay que saber
jugarla, de lo contrario, un gran “Game Over” aparecerá… en este caso, yo, si
vos no te preocupaste por aprender a jugar, no es mi problema, no tenes que
hacerme culpable a mi de tus propios errores. En tu parto, la primera persona que viste, sin saberlo, claro,
fue un ángel, que estaba justo entre tu mamá y la partera esperándote para
darte la bienvenida, para darte la vida, yo, en cambio, voy a ser la ultima
persona que veas, algunos me llaman “Parka” otros “La Muerte ” en fin, tengo
infinidades de nombres que en realidad son sobrenombres, lo que vos deberías
saber es que hoy te vas, y yo te llevo, que tu vida, lamentablemente no te
sirvió de mucho, de hecho… no SIRVIO de mucho, fuiste como un ente encerrado
entre un poco mas de cuatro paredes, con una vida absolutamente chata, sin
sobresaltos, ni siquiera llegaste a conocer el sexo, te quedaste estancado en
esa vida sin darte la posibilidad de conocer otras cosas, otra gente, de saber
que afuera había un mundo, nunca pudiste decir “Hoy hice la buena acción del
día”, tampoco nunca ayudaste a nadie… es triste pero es así, lo triste, no es
que vos te vas, si no, la vida que llevaste. Jugaste siempre, el primer nivel
de tu propio juego.
Cristian, desencajado, volvió a dar un paso atrás, no entendía por que,
si el no había hecho nada, la muerte se lo estaba llevando. No hacia deportes,
por miedo a la muerte, no cruzaba calles, por miedo a la muerte, no tenia sexo,
por miedo a la muerte… NUNCA hizo nada, por miedo a la muerte, y esa NO-VIDA
que había elegido vivir, hoy le había traído en persona a su propio final.
En esta historia de princesas y caballeros de roles invertidos, hubo
una princesa, “Cristian”, hubo dragones que custodiaban la torre de la
princesa,
“El miedo” y “La frustración”, Hubo una bruja,
“Su madre”, hubo un rey absurdo, “Su padre”, Y Hubo un caballero, “La muerte”.
Como dijimos anteriormente, en este cuento,
casi todos los roles, están invertidos, y no seria el caballero quien
rescataría a la princesa de la torre para darle vida, si no, todo lo contrario,
seria el mismo, quien subiera al cuarto de la princesa a quitarle la vida.
De lo único que la
princesa podría arrepentirse al morir, era DE SER PRESA DE SUS MIEDOS Y
FRUSTACIONES Y DE NO HABER DISFRUTADO DE LO QUE DEBERIA HABER VIVIDO.
Fin.
By JML
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