No eran mas de las diez de la
noche, y Andrés, ya empezaba a impacientarse, había pedido empanadas a la pizzería
a eso de las nueve y diez, y el pedido no llegaba, así que tomo el teléfono,
fue hasta la heladera, marco el número de la pizzería y llamó, sonaba, sonaba y
nadie atendía, espero un minuto mas o menos, corto y remarco, ahora le daba
ocupado. Entonces, se dijo para sus adentros, que seguramente había mucho
trabajo, era viernes y que seguramente en la pizzería habían faltado un par de repartidores
y por eso tardaban mas que de costumbre, dejo el teléfono sobre la mesada de la
cocina, agarro una revista Viva y se fue al baño con un cigarrillo a matar el
tiempo, entro, se bajo los pantalones, se sentó en el inodoro y se relajo
esperando que los intrusos intestinales se dignaran a salir de su cuerpo, mientras
leía la columna de Paulo Coelho, sintió un fuerte escalofrío que le recorría
todo el cuerpo, se dio cuenta de que el primero estaba viniendo y por como
venia la mano, parecía que no iba a ser fácil que salga, dejo la revista sobre
el bidé, coloco su antebrazo izquierdo bajo su panza y con la mano derecha se
tomó de la tapa del inodoro como Tarzán a la liana, ya lo tenia, estaba casi
afuera, después de unos segundos interminables de sudor y lucha constante, le
estaba ganando al mal nacido, cuando de repente, siente sonar el timbre, no
quiso asombrarse, pero el reflejo es inevitable, levanto la cabeza y todo
aquello que había salido de su cuerpo, volvió a meterse como quien emboca una
bola 8 en una mesa de pool. Enseguida le agarro el apuro, y no pudo evitar la
frustración por no haber logrado su cometido, sin nada que limpiar, subió su
pantalón, abrió la puerta del baño nuevamente y fue en busca del portero eléctrico.
-
¿Si? – pregunto, conociendo la respuesta.
-
Sergio, baja… abrime boludo!
Andrés no podía salir de su asombro, todo lo que había
conseguido, lo había perdido por que un pelotudo se equivoco de timbre, no
podía creerlo. Pensó en putear al flaco que le corto la inspiración, pero
enseguida reacciono y supo que seria demasiado vulgar, así que respondió
-
¿Quien es?
-
Yo boludo, Cristian.
-
¿Cristian? Que haces… nene, andate, no quiero verte, no
puedo verte, quiero estar solo…
-
¿Qué pasó? – Pregunto Cristian preocupado.
-
Nada, en serio, andate, esto no esta bien… olvidate de
que existo – Dijo Andrés, agarró un zapato que había por ahí, y con el taco le
dio a la mesa de madera del comedor.
¿Sergio? ¿Sergio? Preguntaba
Cristian ya con mucha preocupación, del bolsillo izquierdo de su camisa tomo su
Nextel, intento “handear” a Sergio, pero este le daba apagado, así que
enseguida llamo a la policía.
Mientras tanto, una motito pizzera
llego al hall de entrada del edificio, se bajo, tomo la caja de empanadas del
baúl de plástico donde las traen, fue al portero y toco el 5º”C”, Andrés, no
tardo nada contestar, ya que estaba todavía al lado del portero mirando por el
canal de vigilancia, cual era la reacción de Cristian. Ya bajo, dijo Andrés, se
subió al ascensor, toco PB y salio, le pago al repartidor, le dejó cinco pesos
de propina y lo vio a Cristian sentado en el escalón del edificio, notaba que
casi lloraba, de repente, ve que un móvil policial, estaciona rápidamente
frente al edificio y en doble fila, dio media vuelta, y se fue a su casa a
comer empanadas.
Sabía que después de comer, iba a
poder cagar tranquilo.
By JML
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