miércoles, 28 de diciembre de 2016

Casata y Gorda -Solo para nosotros -



Cuando me senté en esta silla a escribir, me preguntaba sobre que iba a hacerlo, que le interesaría leer a la gente, y por sobre todas las cosas, me preguntaba que quería contar yo. Buscando respuestas, escribiendo y borrando (Ya no se hacen más bollitos para luego arrojarlos al tacho) así que llegue a la conclusión de que no tenía mucho que contar, que solo vivía una vida sin altibajos, esposa, hijos, trabajo, casa, perro, auto… Boca… que se yo, lo normal. Entonces, al ver casi frustrada mi intención de escribir comencé a revolver el pasado, y si, nada mejor para escribir, que el pasado de las personas, entonces dije, ahí si hay material, de ahí si podré sacar algo interesante para contar, que no se exactamente si la gente querrá leerlo, pero por lo menos, 
me pareció que estaba bueno para contar, o mejor dicho, quería contar.

La adolescencia, no es fácil, para nadie, y menos si sos gordo, la cara no te ayuda y tenes amigos que levantan minas como con pala ancha y sin manos, así, no ligas ni de rebote, solo te queda sobrellevar la situación con la mayor dignidad posible (Aunque sepas que todo lo que hagas va a ser una mentira) y tratar de levantarte, aunque sea, a la más fea, a las 6 de la mañana, cuando nadie le dio bola en toda la noche, ahí sí, comes seguro. 
Una noche, me paso, que vamos a bailar con un amigo “X”, por cuestiones obvias, obviemos los nombres. Ya arranqué mal en el bondi, subimos al 22 en la Avenida Patricios, ahí en Barracas, que nos llevaba hasta Palermo, estaba casi repleto, solo había dos lugares, uno en la fila de cinco asientos del final, esos que te calientan el culo como si te hubieses sentado sobre una salamandra, estaba libre el de la ventanilla del lado derecho del bus, y otro,       en los asientos de los solitarios, esos que están a la izquierda del colectivo en el que solo cabe tu humanidad, y tu pobre alma. “X” se fue corriendo casi como un niño al Zoo hacia el asiento del final, y yo me senté en el solitario. 
Resulta que las 4 personas que estaban a la izquierda de “x” eran todos amigos, y al cabo de unas cuadras, ya en el barrio de San Telmo, se bajaron todos juntitos como patitos. En los asientos dobles, próximos a la puerta trasera habían 3 minas, muy coquetas, muy empilchadas, demasiado chetitas, con aires de divas, pero en bondi, que al ver que los asientos traseros se desocupaban, salieron corriendo hacia ellos, sentándose pegadas a “x”, “x” me miró, me hizo una seña como diciendo “ vení boludo, sentate, esta es la nuestra”, a lo que yo pensaba: “Deja, para que… prefiero ir solo y llegar con la moral en alto al boliche a que me la bajen de un hondazo a mitad del viaje…”, así que me quede en el molde, mirando la calle. Habrán pasado… 5 minutos? Si, más o menos… miro hacia atrás, “X” estaba a los besos con una de las minitas estas, no lo podía creer, así que ni lerdo ni perezoso me dispuse a sentarme en el lugar que quedaba vacío ahí atrás, me hice el simpático, aterrice con un “Hola chicas” y el aterrizaje fue medio forzoso, solo recibí miradas que decían “Y este boludo quién es?” “X” supo adelantarse a la situación, o a la debacle, no sé, y me presento como su amigo, ahí empecé a enderezar un poco la nave, el único problema es que cuando logre detenerla, solo me esperaban preguntas sobre “X”, ¡¡¡ de parte de las tres!!! Y si… el viaje siguió, llegamos a Palermo, terminamos en el boliche al que íbamos y “ logró cambiar el destino de estas tres mujeres, estábamos los cinco en una pista de baile furiosa intentado pasar la mejor noche de nuestras vidas, el único problema era que otra vez me encontraba solo, si, como en el colectivo, pero sin asiento, yo bailaba, me hacia el distraído, como si nada estuviera pasando, pero no podía evitar mirar al frente y ver que “X” ya estaba a los besos con otra de las tres minas, era una cosa de locos, me acerque a la que quedaba libre, con intenciones poco más que obscenas, tratando de ser “lo que le quedaba” y ver si de esa manera podía yo concretar algo, pero lo que nunca vi, es que las intenciones de esa chica eran otras, las intenciones de esa chica era ser “La tercera” de “X”, otra vez, me quede atónito, solo bastaron un par de pasos hacia ella para ver como al estilo Ortega, con un quiebre de cintura me gambeteaba y se le tiraba encima a “x” para concretar la más perversas de sus intenciones, en ese momento ya estaba siendo la tercera, y no se si le gustaba o no serlo, lo único que podía observar, era que le gustaba, y valla si le gustaba…
“X” no me asombraba, sabia de lo que era capaz, de hecho, sabía que era capaz de muchísimo más, pero lo fácil que estaban las pibas… mamadera!!! Eso sí me asombraba.
Le dije a “X” –Che, me voy a dar una vuelta. Y me fui, empecé la recorrida “Busca-feas” temprano, no eran las tres de la mañana todavía, pero golpeado por la situación vivida hacia unos momentos, tenía que hacerlo, y allí fui, estuve hora y media dando vueltas, rebotando como un canguro borracho de “Red Bull”, no había una que me diera bola, hasta que por allá, a un costado del parlante enorme del boliche pude divisar una silueta, aunque en realidad, ya las luces y el humo del boliche me confundían la vista, y no podía distinguir si se trataba de una mujer, o de otro parlante enorme junto al otro parlante enorme, me acerque con cuidado, para no espantar, sabía que se trataba de algo grande, así que debía hacerlo sigilosamente, quería pasar inadvertido ante su mirada, por lo menos, hasta que este seguro de cuál iba a ser mi estrategia para con ella,  seguí caminando, y cuando estaba a su lado pude verla perfectamente, aquello que parecía un parlante enorme no era más que una hermosa gordita de metro setenta. (Tengo una teoría con respecto a esto, no hay gorda fea. Todas son lindas. Al margen. ) Estaba, es cierto, junto al parlante, con un trago en la mano, un grupete de amigas que formaban un circulo mientras bailaban y sus abrigos y carteras en el medio del circulo tirados en el piso. Recuerdo muy bien ese momento, mis primeras palabras fueron “Hola, como estas? Ando dando vueltas, tengo un amigo más allá pero se está comiendo tres minones…” en ese mismo momento, supe cerrar los ojos y darme cuenta de que había arrancado para la mierda! Encima de gordo y feo, no tenía “Chamuyo”, ¿Cómo la remontaba? En cuestión de segundos, abrí los ojos y le dije, “Que se joda… j aja! Él se la pierde….! ¿Queres bailar? Y por suerte me salió bien, amablemente, pero con una fuerza arrolladora me tomo de la mano y arranco su baile con una vueltita insinuadora que me voló los pelos, no podría haberlo hecho mejor.
Y así fue como termine la noche, anotando el número de teléfono de  ella en mi Sony-Ericsson T-18D, y recibiendo los besos más fogosos, cariñosos y carnosos que alguna vez alguien pudo haberme dado.

Al otro día, me despierto, y “X” estaba durmiendo en un colchón en el piso casi al lado de mi cama, me siento, me estiro, y empiezo a sentir ruidos extraños, como a perro a punto de vomitar, no era un perro, era “X” que se ve que entre beso y beso, le metía tragos largos al Daiquiri de Frutilla, su bebida preferida, se dio vuelta hacia su derecha, o sea, hacia mi cama y empezó a vomitar entre el colchón y mi cama, con tanta mala suerte, que yo había dejado en el piso, mi billetera, mis cigarrillos y mi Sony-Ericsson T18D, con el número de mi gorda… Lo vomito todo, pero todo, imagínate, si se te moja, lo agarras, lo das vuelta, lo desarmas y le metes secador de pelo, arroz, horno… no se, pero… ¿vomitado? No lo toco ni en pedo!!!

Y así fue como aquella noche quedo solo en el recuerdo, por un lado “X” y la casata, y por otro, esos besos fogosos y carnosos que prometieron más, mucho más para otro momento, que los hubiese tenido...
de no ser por “X” que me vomito el teléfono…

Juan Manuel Lamion.
Hace muchisimo tiempo...


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“Solo la soledad trae buenos pensamientos, aunque tenga mala prensa, de vez en cuando es bueno acudir a ella para obtener buenos resultados”