jueves, 17 de enero de 2013

Despues de un largo tiempo, subo algo que escribi hace un tiempo...


                      


Siempre me hubiese gustado escribir sobre princesas, caballeros con armaduras, dragones, hadas y árboles con vida, pero en algún momento me di cuenta, que no era lo mío, de hecho, me di cuenta, cuando noté que nunca había siquiera, intentado escribir algo sobre eso.

Hoy, voy a contar una historia mas o menos parecida, pero en la era moderna, año 2010 para ser mas exactos.
Cuenta la historia de Cristian, un chico no tan chico, de unos 22 años, en plena etapa madurativa. Un pibe ligeramente culto, con una obsesión irremediablemente gigante por los juguetes, para ir bien al punto, los muñequitos, de cualquier serie, dibujo o película eran su fanatismo, el único requisito que debían cumplir, era que tenían que ser articulados, de ahí en mas, hasta Ken entraba en su colección. Cristian se sentía distinto a todos, sabía que era el “Raro”, que todo el mundo lo miraba de esa manera, y eso fue lo que hizo de el, al chico introvertido que es hoy. El padre, era embajador de un país de habla hispana aquí en Argentina, el y su familia, habían llegado al país hace unos 9 años, y el compromiso y la profesionalidad que el Sr. Embajador tenia para con su país, hacia que ni se acercara a su casa. Su mujer, vivía día a día en reuniones sociales en clubes de golf de zonas residenciales, y llegaba a la casa pasada la hora de la cena y con un par de copas de mas,  tomaba pastillas y se dormía hasta que una de las sirvientas la despertaba cerca del mediodía para empezar nuevamente con su rutina diaria.  La posición económica de sus padres, y la soledad que ellos mismos le generaban, le  deban a Cristian, la posibilidad de encerrarse en su cuarto por largos  días, sin siquiera pisar una vez la vereda de su casa, como una princesa, encerrada en la torre del castillo, pero por decisión propia, bueno, no tan propia.  Sus padres, lo abastecían económicamente para que el pudiera complacer sus caprichos materiales, esos que el mismo se encargaba de comprar vía Internet desde su habitación, y tres sirvientas, eran las que tenia a su disposición para abastecer todas sus necesidades básicas como la limpieza de su habitación, la comida, meriendas, desayunos.
Cristian, vendría a hacer en este cuento de roles cambiados, una especie de princesa abandonada, con dragones custodiando su libertad como lo eran sus propios miedos y frustraciones. Como no podía ser de otra manera, en la historia, hay un caballero, que lejos esta de el, el estereotipo de caballero antiguo, con una gran espada, armaduras de hierros inviolables y fuertes músculos que acompañen la descripción de su fisonomía, este caballero, era ni más, ni menos, que una simple chica de veintidós años, hija de otro funcionario diplomático de algún otro país de habla hispana que residía en la Argentina y que conocía a Cristian por haber hecho el secundario juntos en esos colegios cuyos nombres comienzan con “Saint” y terminan con “High School”.
Ella era la antitesis de Cristian, era una chica muy dada socialmente, muy abierta a nuevas experiencias, le encantaba correr riesgos y salir de su casa, no tenia grandes fanatismos, no se casaba con ningún estilo musical y le encantaban las ferias de artesanos como la del “Paseo Defensa” en el barrio de San Telmo.  Sus padres, a pesar de sus respectivos trabajos, eran personas muy presentes en su vida, que la acompañaban en cada paso importante que daba en ella y tenía una sola sirvienta, que trabajaba con ellos desde su llegada al país hacia ya 16 años.


Nunca más se habían visto desde aquel quince de diciembre del año dos mil cinco, día en el que juntos subieron al escenario de la sala de actos del colegio a recibir su diploma de egresados que era entregado por la profesora de Frances.
Su relación en el colegio era  rara, el de vez en cuando se reía de las ocurrencias de ella, o le hablaba si la ocasión lo ameritaba, pero mucho no se le animaba, el era muy vergonzoso y no sabia ni si quiera como preguntarle la hora sin que ella se ria de el.  Ella varias veces intento acercarse, evidentemente, Cristian era su tipo,  pero el joven e ingenuo Cristian, nunca supo darse cuenta de nada, mucho menos cuando una chica intentaba algo con el.

Eran las diez de una noche lluviosa de invierno, afuera estaba frío y las gotas sobre el balcón de la habitación, interrumpían el silencio que Cristian había conseguido gracias al “día libre” de las sirvientas y a la fiesta de gala que se daba en la embajada. Jugaba a los muñecos, en esos momentos, estaba caracterizando con ellos, una guerra entre los de “M.A.S.K” y los “GI GOE” 1º generación, alguna vez había soñado con ese enfrentamiento y al despertar, se pregunto quien ganaría tan terrible batalla. Gotas de lluvia, silencio y onomatopeyas propias de una guerra despiadada, era lo único que se escuchaba en esa habitación, la música apagada, los perros escondidos y las ventanas bien cerradas ayudaban a generar este clima, a no ser por una sola cosa que Cristian jamás tuvo en cuenta, cuando el “Capitán Fox” estaba a punto de matar al ultimo soldado del ejercito M.A.S.K un sonido interrumpió la ejecución, fue un sonido repentino, lleno de sorpresa y muy agudo, a tal punto, que provoco la exaltación de Cristian, que hizo que el soldado de M.A.S.K cayera y asesinara el “Capitán Fox”.            Cristian, no podía creer lo que le estaba pasando, estaba llevando esta batalla hacia donde el quería y se frustro por tan repentino sonido. Se puso de pié, abrió la puerta de su cuarto y bajo en pies descalzos en busca de la cámara del portero eléctrico, necesitaba saber quien era la persona que había interrumpido su juego. Cuando miró la pantalla, no podía ver bien, algunas gotas habían caído sobre la cámara exterior de la casa e imposibilitaban la vista, solo podía dilucidar que era una mujer, por su larga cabellera y un cartera que le colgaba de su hombro derecho, parecía impaciente, miraba la hora a cada rato hasta que sintió otra vez el timbre sonar, Cristian levanto el tubo, dudando, mucho, de lo que estaba haciendo y pregunto quien era, la lluvia, imposibilitaba también que escuchara bien lo que la visitante le decía, así que levantando la voz, le pidió que hablara un poco mas fuerte, del otro lado, obtuvo un grito casi ensordecedor, que lo dejo perplejo. Cristian miró para todos lados. Desesperación, esa es la palabra, la que describía mejor que ninguna otra lo que a el le estaba sucediendo en ese momento, estaba como flotando, se encontraba solo en su casa, con un silencio abrumador y una visita inesperada. Fue corriendo hasta su habitación para ponerse algo en los pies, bajo, casi podría decirse, en una sola zancada y se acerco a la puerta de entrada, giro la llave dos veces, quito la traba de arriba, Lugo la de abajo y abrió la puerta, se quedo mudo, nuevamente, su mente estaba en un estado de regresión total, pensando o recordando aquellos pequeños momentos que había podido compartir con ella en la escuela, las idas y vueltas, sus ocurrencias, el día que subieron juntos al escenario a recibir el diploma y también pensó que desde aquel día no volvieron a verse, entones el interrogante se apodero de el ¿Qué haría ella en su casa aquella noche de invierno lluviosa después de tanto tiempo sin verse?
Apenas segundos le llevaron a Cristian pensar todo esto, cuando volvió en si, volvió quizá con más dudas que certezas, y era lógico, aquella chica extrovertida del colegio que le había quitado horas de sueño en algún momento, se estaba haciendo presente en un momento de soledad absoluta.
- ¿Que haces? – Pregunto Cristian.
- Acá ando - Dijo ella – La verdad es que ni se, que es lo que hago acá, pero estoy…
- Pero… ¿Qué onda, sola… lluvia… noche… años sin vernos, no me vas a explicar, viniste así por que si? – Interrogo Cristian más confundido aún.
- si, que se yo… igual, te pregunto ¿El interrogatorio me lo vas a hacer acá afuera, no me vas a hacer pasar? – Como era costumbre en ella, era quien se encargaba de romper el hielo.
- Si claro, pasá… - Respondió Cristian atolondrado.

La casa estaba vacía, solo la oscuridad alumbraba los pasos de ella, Cristian conocía el lugar de memoria así que apuro un poco el tranco para llegar a la llave de luz, cuando la encendió, ella ya estaba sacándose su piloto negro, el enseguida se acerco, lo tomo y lo llevo hacia el perchero que estaba detrás de la puerta de entrada.

-          ¿Estás solo? - Pregunto ella.
-          Si claro… mis viejos están en una fiesta y a la gente que trabaja acá les dimos el día libre.
-          Ah, mira… y ¿vos que cantas? – Dijo mientras se sentaba en el sillón
-          ¿Yo? Nada, acá… que se yo, se supone que me gusta lo que vivo, pero a veces pienso un poco y capaz, no es tan así… mi vida no cambio mucho, bah, si cambio, antes me encerraba en mi cuarto, bajaba a comer, volvía al cuarto, dormía y al otro día iba al colegio, ahora hago exactamente lo mismo, pero sin ir al colegio…
-          O sea… ¿Estas todo el día encerrado? – pregunto sorprendida.
-          Si, bueno… no se… encerrado, soy un tipo de mi casa, no salgo, no tengo amigos, no me gustan los deportes, no estudio, mis viejos me mantienen, en algún momento pienso en volver a estudiar pero relacionarme con gente ya me tira un poco para atrás… pero para, vos no tendrías que preguntarme por mi, esto no es normal, la situación no es normal… explicame vos, ¿Qué haces acá?
Ella se tomó unos segundos, suspiró fuertemente y comenzó su explicación con una pregunta:
-          ¿Yo quien soy para vos?
-          ¿Cómo, no entiendo…? Respondió Cristian sorprendido
-          Si… que quien soy yo para vos… eso… - Dijo afirmando su pregunta
-          Sos una vieja amiga, creo que así podría llamarse, el tema es que hace cinco años que ni nos vemos, de ahí mi incertidumbre, ¿creo que es lógico no?
-          Mm...… si, puede ser, y vos, ¿como sabes eso…?
-          Uh… ¿eso que?, le estas poniendo mucho misterio a este asunto y no me gusta nada, ¿no podes hablar de una vez? – Pregunto el perdiendo un poco su paciencia.
-          Eso… que hace cinco años que no nos vemos, ¿Cómo sabes? – Pregunto desafiante.
-          Y… por que es mi vida, y yo la vivo desde hace veintidós años, y mas o menos,  hace diecisiete que se lo que vivo día a día, y por eso, se que hace cinco años que no te veo.
-          Bueno, se ve que no entendés, ¿Y si yo te dijera que nunca, escuchame bien, nunca yo deje de verte a vos…?
-          Te diría que estas loca…
-          ¿Sabes quien soy yo? – Pregunto ella nuevamente
-          Uh… basta! Esto me esta cansando y en algún punto, asustando. Pará, fuimos compañeros en el colegio durante cinco años, y después no te vi más…! – Dijo Cristian casi gritando.
-          No te sirve de nada ponerte así – Aconsejó ella – Yo estuve con vos siempre, a veces iba, a veces venia, pero siempre estuve a tu lado, estuve  en el parto, en el que vos naciste, la vi a tu madre sufrir por vos en algún momento, después se le pasó, estuve en tu etapa de bebe, en el jardín, en la primaria, en la secundaria y hasta ayer estuvimos juntos. Siempre fui alguien diferente, por eso pasaba desapercibida, pero siempre estuve…

Cristian se paro asustado del sillón, dio un paso hacia atrás y tropezó con el pie de una lámpara que había al lado del mueble, se lo veía pálido como sin entender lo que estaba viviendo. Le grito que se fuera, que no quería saber mas nada de su vida y que lo dejara en paz.

-          Es imposible que me pidas eso, a veces las personas, no entienden la vida, y se asustan cuando me ven, piensan que yo soy mala, y que vengo a buscarlos por que se me da la gana, pero la vida, es tan sencilla como un video juego, solo hay que saber jugarla, de lo contrario, un gran “Game Over” aparecerá… en este caso, yo, si vos no te preocupaste por aprender a jugar, no es mi problema, no tenes que hacerme culpable a mi de tus propios errores. En tu parto, la  primera persona que viste, sin saberlo, claro, fue un ángel, que estaba justo entre tu mamá y la partera esperándote para darte la bienvenida, para darte la vida, yo, en cambio, voy a ser la ultima persona que veas, algunos me llaman “Parka” otros “La Muerte” en fin, tengo infinidades de nombres que en realidad son sobrenombres, lo que vos deberías saber es que hoy te vas, y yo te llevo, que tu vida, lamentablemente no te sirvió de mucho, de hecho… no SIRVIO de mucho, fuiste como un ente encerrado entre un poco mas de cuatro paredes, con una vida absolutamente chata, sin sobresaltos, ni siquiera llegaste a conocer el sexo, te quedaste estancado en esa vida sin darte la posibilidad de conocer otras cosas, otra gente, de saber que afuera había un mundo, nunca pudiste decir “Hoy hice la buena acción del día”, tampoco nunca ayudaste a nadie… es triste pero es así, lo triste, no es que vos te vas, si no, la vida que llevaste. Jugaste siempre, el primer nivel de tu propio juego.

Cristian, desencajado, volvió a dar un paso atrás, no entendía por que, si el no había hecho nada, la muerte se lo estaba llevando. No hacia deportes, por miedo a la muerte, no cruzaba calles, por miedo a la muerte, no tenia sexo, por miedo a la muerte… NUNCA hizo nada, por miedo a la muerte, y esa NO-VIDA que había elegido vivir, hoy le había traído en persona a su propio final.

En esta historia de princesas y caballeros de roles invertidos, hubo una princesa, “Cristian”, hubo dragones que custodiaban la torre de la princesa,
 “El miedo” y “La frustración”, Hubo una bruja, “Su madre”, hubo un rey absurdo, “Su padre”, Y Hubo un caballero, “La muerte”.

 Como dijimos anteriormente, en este cuento, casi todos los roles, están invertidos, y no seria el caballero quien rescataría a la princesa de la torre para darle vida, si no, todo lo contrario, seria el mismo, quien subiera al cuarto de la princesa a quitarle la vida.

De lo único que la princesa podría arrepentirse al morir, era DE SER PRESA DE SUS MIEDOS Y FRUSTACIONES Y DE NO HABER DISFRUTADO DE LO QUE DEBERIA HABER VIVIDO.



Fin.



by JML

“Solo la soledad trae buenos pensamientos, aunque tenga mala prensa, de vez en cuando es bueno acudir a ella para obtener buenos resultados”